Las puertas se abrieron y cuando entraron ¡PUNG! se cerraron estrepitosamente. Ana y Luis intentaron salir, pero no podían. Encontraron una mesa y se sentaron en sillas que había alrededor. De pronto, salieron fantasmas. Miraron al fondo del pasillo y vieron una luz, se dirigieron hacia ella y salieron al bosque. Corrieron todo lo deprisa que pudieron y consiguieron escapar.
Al final, los niños llegaron a su casa, se lo contaron todo a sus padres y a todo el mundo.
Los albañiles que lo hicieron, derrumbaron el castillo embrujado, y los fantasmas se fueron para siempre.
(Marisa Pérez Cabrera)
(Marisa Pérez Cabrera)
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